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Con un toque de gracia y burla, los hijos de doña Miriam pasean al monigote en busca de dinero para terminarlo.
Con un toque de gracia y burla, los hijos de doña Miriam pasean al monigote en busca de dinero para terminarlo.
 
Tegucigalpa, Honduras .
La tradición de quemar un muñeco que representa el año que se va y que se lleva consigo todas las cosas malas que han ocurrido sigue viva en muchas zonas de la capital.
La actividad se resiste a morir a pesar de la prohibición del uso de la pólvora. A tal grado que este año, en algunos barrios y colonias, lo quemarán con gasolina.
Personajes reconocidos como políticos, empresarios, presidentes de los tres poderes del Estado o simplemente Juan Pueblo, con su vestimenta de campesino con todo y su sombrero, son representados en los muñecos elaborados de trapos viejos y vestidos, la mayoría de las veces, de saco y corbata.
Tradición familiar
Muchas familias de la capital mantienen esta tradición que han ido trasladando de generación en generación.
Un ejemplo de esto es la familia Pavón Rodríguez, que ya lleva más de una década elaborando muñecos de año viejo.
Todos los miembros de la casa se involucran en esto y aseguran que no dejarán de hacerlo aunque sea prohibido, porque con esto no perjudican a nadie.
“Ya llevamos más de diez años haciendo muñecos de año viejo, mi madre nos enseñó y ahora yo les enseñé a mis hijos, y aunque esté prohibida la pólvora, no nos importa, aunque sea con gas lo vamos a quemar, porque ya es una tradición de familia y a los niños les alegra”, expresó Miriam Pavón.
El monigote está vestido con su tradicional saco y tiene una horrorosa máscara que se compagina con las que utilizan los hijos de doña Miriam, quienes disfrazados de momias salen a la calle a pedir dinero en una lata para terminar de elaborar el muñeco.
Igual que esta familia existen otras en la capital que mantienen viva esta costumbre que se ha extendido a varios países de América Latina, como señal de que todas las cosas malas deben irse con el año viejo.
De generaciones
Harold López, de 10 años, asegura que su abuelo inició la tradición en su familia.
“Mi abuelito comenzó a hacer años viejos, después mi papá y ahora nosotros somos los que los hacemos”, aseguró.
Los materiales que se necesita para armar el monigote son: ropa vieja, zapatos usados, papel periódico, bolsas plásticas, velas, tablas de ocote, reglas de madera para armar el esqueleto, cohetes y mucha creatividad.
Los niños y los jóvenes son quienes más disfrutan de esta actividad.
Pedir en la calle con una lata en la mano para reunir dinero para la compra de cohetes forma parte de la diversión.
Muchos aseguran que este año será diferente, ya que la ordenanza que prohíbe el uso, distribución y comercialización de la pólvora les impedirá colocarles petardos a los muñecos.
Costumbres de América
Esta tradición está viva en la mayoría de los países latinoamericanos y es de origen hispánico.
Según algunos datos históricos, posiblemente es derivada de rituales antiguos y paganos procedentes de Europa, como los saturnales de los romanos.
Una teoría señala que esta tradición probablemente tiene vínculos con la repulsión que los aborígenes indoamericanos le tenían a los españoles, pues en algunas regiones los muñecos tradicionales los elaboran con caras de fisionomía europea y ojos azules o verdes.
La mayoría de las personas creen que es un ritual de purificación para alejar la mala suerte, y de transición, ya que también se celebra la llegada del año nuevo.
La quema de este monigote se realiza mañana 31 de diciembre, justo cuando las agujas del reloj marquen las 12:00 de la noche.

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