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En algunos de estos restaurantes, delincuentes han perpetrado asaltos debido a la falta de elementos de la policía.


LAGO DE YOJOA.- La zona del Lago de Yojoa, un sitio turístico visitado por numerosas familias en verano, se ha convertido en el centro de operación de bandas de criminales quienes, armados con AK-47 y pistolas 9 milímetros, perpetúan atracos y secuestros express en horas nocturnas.
Desde los últimos meses de 2008 varias bandas de criminales han interceptado y secuestrado a personas que viajan de San Pedro Sula a Tegucigalpa, o viceversa, y, también, han asaltado a los comensales y propietarios de los restaurantes situados en las orillas del Lago de Yojoa.
De acuerdo con relatos de víctimas, que han solicitado a DIARIO TIEMPO el anonimato, los criminales se transportan en varios automóviles, mantienen comunicación por celular, portan AK-47 y se desplazan por la carretera con toda libertad.

En la carretera

Los delincuentes (una cantidad numerosa) se dividen hasta en cuatro grupos, cada una con carro independiente, y se apostan en diferentes puntos del tramo carretero que cruza la zona del Lago de Yojoa.
Un grupo (puede estar integrado por dos, tres y hasta cuatro sujetos) se aposta en un lugar estratégico —como un restaurante del lago o de cualquier otro punto de la carretera—  y ahí los criminales eligen a su presa.
Una vez que el cliente (presa) ha terminado de comer y  sube al automóvil para continuar el viaje, los criminales inician la persecución y establecen comunicación por celular con los otros compinches estacionados en la carretera.
Una víctima, que recientemente viajaba de Tegucigalpa a San Pedro Sula dijo que después de salir de un negocio de comida, sujetos que se transportaban en un automóvil lo interceptaron y lo obligaron a bajar la velocidad.
Posteriormente, en cuestión de minutos, otros hombres armados con AK-47 se sumaron a la persecución. “Cuando paré, me estaban apuntando con sus armas”, recordó la víctima.
Los criminales asaltan o secuestran a personas que viajan solas en horas nocturnas.  Escogen aquellas que observan con objetos de valor y dinero. Una vez que los interceptan, los retienen y lo despojan de sus pertenencias.
Muchas de las personas atracadas no han presentado denuncias ante las autoridades por temor a represalias, pues (a raíz de la participación de elementos policiales en actos delictivos) consideran que los criminales pueden obtener con facilidad su información personal, como la dirección de su vivienda y centro de trabajo.
Las bandas de criminales, además de interceptar personas que viajan en sus automóviles, atracan a camiones transportadores de productos. En diciembre pasado, por ejemplo, hubo “unos cinco asaltos de ese tipo”, dijo Juan Carlos Sánchez, policía de la Oficina de Atención al Ciudadano de la comunidad de La Guama, Santa Cruz de Yojoa, situada en el desvío a Peña Blanca. 

En los restaurantes

Los delicuentes no solamente ejecutan los atracos en la carretera, también han perpetrado asaltos a los propietarios y clientes de varios restaurantes (dedicados a vender pescado frito), situados frente al Lago de Yojoa.
Alba Castañeda, propietaria de un restaurante situado a la orilla del lago, en la comunidad de Las Marías, informó que varios hombres (por lo menos cuatro) llegaron a su negocio, “sacaron las pistolas” y la encañonaron a ella y a dos familias que cenaban en su establecimiento.
Castañeda relató que uno de los hombres, de manera “diestra”, saltó sobre la barra e ingresó hasta la cocina. “Yo le pregunté si le preparaba pescado, pero él dijo que no y sacó la pistola que tenía doble cartuchera (cargador). Esto es un asalto”, dijo.
Uno de los asaltantes “sacó del pelo” —según Castañeda— a uno de los comensales y lo llevó hasta su automóvil para que le entregara los objetos que portaba. Mientras, el resto de la familia seguía en el interior del negocio, encañonada, bajo la amenaza de morir.
“En más de 20 años de tener este negocio, nunca me había sucedido eso. Yo he quedado nerviosa, eso aquí nunca se había visto”, dijo Castañeda.
En la comunidad Las Marías, al igual que Castañeda, a quien despojaron del delantal con el dinero logrado por la venta de pescado, Reinaldo Molina, propietario de otro restaurante, estuvo bajo la mira de varios criminales que llegaron a su negocio como clientes.
“El asalto fue de noche. Vinieron como clientes y nos pusieron manos arriba. Ellos nos quitaron el dinero, celulares y las cosas de valor”, explicó Molina, dedicado a vender pescado frito desde hace ocho años.
Hasta mediados de 2008, los 50 restaurantes de pescado frito de Las Marías mantenían abiertas las puertas hasta las 9 y 10 de la noche. A causa de los asaltos y de los hechos delictivos suscitados en la zona, la mayor parte cierra temprano, entre 7 y 8 de la noche.
Durante mucho tiempo, entre las 7 y 10 de la noche, los restaurantes del lago han atendido la mayor cantidad de comensales. Ahora, los propietarios prefieren cerrar, antes que ser víctima de los criminales.

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